La salud, crucial en la calidad de vida de cada mexicano, suele verse comprometida por padecimientos crónicos de la piel, como la dermatitis atópica, que se agravan al retrasar el diagnóstico por considerarlo problema estético. Se calcula que hasta 72 por ciento de personas que la padecen ven seriamente afectada su calidad de vida.[1]
En el marco del Día Mundial de la Salud, conmemorado el 7 de abril de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la doctora Santana, gerente médico de Inflamación e Inmunología de Pfizer hace un llamado a la población mexicana para tomar conciencia de la importancia de cuidar la piel y reconocer cualquier alteración a tiempo. Un diagnóstico a tiempo impacta positivamente nuestra calidad de vida, incluso de padecimientos crónicos como la Dermatitis Atópica.
La Dermatitis Atópica es condición crónica conocida por ser enfermedad inflamatoria sistémica que causa picazón intensa, eccema, lesiones de la piel, piel seca, dolor, infecciones de la piel y posibles hospitalizaciones. Estos síntomas físicos se traducen en carga social y psicológica dados los trastornos del sueño, picazón extrema, episodios de ansiedad y depresión, menor productividad escolar o laboral y la exclusión social, debido al estigma incorrecto que tiene como enfermedad contagiosa. La enfermedad también afecta la calidad de vida de los pacientes y cuidadores infantiles, generando problemas emocionales en los pacientes y sus familias.[2]
Impacto integral en la calidad de vida. Es importante destacar que los padecimientos crónicos que afectan la apariencia física, como la Dermatitis Atópica, tienen impacto directo en la autopercepción de quien la padece, y su entorno social/profesional. En el caso de los adultos se presentan sentimientos de incomodidad con su apariencia física, lo que se relaciona directamente con la falta de confianza en sí mismo y hacia su exterior; así como la resistencia generada a recibir expresiones afectivas del exterior.[3]
Lo anterior se torna en ambiente que puede detonar altos niveles de ansiedad, además de la limitada percepción personal a nivel psicológico, se presenta alteración en la forma en cómo el paciente interactúa con su entorno en los aspectos básicos de la vida cotidiana, como por ejemplo, al elegir su ropa, definida más por el grado de irritación que tiene su piel y no de sus gustos personales.
Algunos de los factores psicosociales que más impactan a personas con dermatitis atópica son: preocupación por la apariencia física. No desean que la gente vea su piel. Dificultad para relajarse. Falta de confianza
También se presenta impacto significativo a nivel laboral pues el malestar físico genera bajo rendimiento y en ocasiones resulta incapacitante, sumado a las consideraciones climáticas y actividades a desempeñar durante la jornada laboral pues deben cuidar que no favorezcan la aparición de lesiones o incremento de la gravedad.[4]
En este sentido, la doctora Santana enfatiza la necesidad de tratamiento oportuno para mejorar la calidad de vida de los pacientes con padecimientos dermatológicos crónicos.
Además del tratamiento farmacológico y las estrategias de manejo y control de la enfermedad, parte fundamental para amortiguar el impacto de la Dermatitis Atópica en la calidad de vida es realizando actividades y/o fomentando relaciones con personas muy significativas que fungen como motivadores de vida, sobre todo en los momentos en los que la gravedad se agudiza.[5]
Por último, la doctora Santana señala que se requiere el apoyo a los pacientes para aumentar su adherencia al tratamiento y la asequibilidad del mismo, así como presentar modelos de acceso innovadores para disminuir la carga económica de las instituciones.
[1] “La Voz del Paciente. Viviendo con Dermatitis Atópica” Fundación Mexicana para la Dermatología, 2018.
[2] IQVIA, Dermatología Médica: Aumento del Conocimiento y Acceso a la Atención en América Latina, abril 2022
[3] “La Voz del Paciente”, op.cit.
[4] Ídem
[5] Ídem