Mario Vargas Llosa falleció el pasado domingo 13 de abril en Lima (Perú) a los 89 años de edad. Suhijo, Álvaro Vargas, compartió el comunicado de la familia en el que recalcan que “gozó de vida larga, múltiple y fructífera” y deja como legado “obra que lo sobrevivirá”.

Prueba del impacto de su obra son los numerosos premios y reconocimientos recibidos a lo largo de su carrera como el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1986), el Premio Cervantes (1994) o el Premio Nobel de Literatura (2010). El escritor peruano —nacionalizado español y dominicano— era miembro de la Real Academia Española de la Lengua, la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias, la Academia Brasileña de Letras, Academia Peruana de la Lengua o la Academia Francesa de la Lengua.
Llosa también fue viajero empedernido que consideraba crucial conocer de primera mano los lugares en los que tenían lugar sus novelas, lo que le llevó a visitar destinos tan variopintos como Brasil, Congo, Tahití o República Dominicana. También residió en diferentes países como España, Francia y Reino Unido.
“Soy un periodista y escritor que necesita viajar, porque para mí es muy importante visitar los lugares donde transcurren mis historias”, aseveró en entrevista con Paco Nadal para El País en 2021.
Su experiencia vital le llevó a defender el papel democratizador del turismo. “No hay sitios prohibidos. Entonces eso es bueno, que la gente se conozca, que la gente supere los prejuicios, la desconfianza hacia el extranjero. Es bueno que se facilite que tantas muchachas y muchachos puedan viajar y viajen, aunque sea en condiciones muy elementales”, aseveró en la citada entrevista, en la que remarcó que “los viajes son muy necesarios para vencer los prejuicios que existen sobre el otro”.